lunes, 31 de enero de 2011

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Nadie sale bien en las foto del documento

En inglés se designa “John Doe” o “Joan Doe” a los “Juan Pérez”, dígase a los que nadie son. Siempre me pregunté sobre las consecuencias de llamarse verdaderamente así. Lo más cerca que estuve de averiguarlo fue un diálogo mantenido con un José Pérez, que no acusó ningún trauma.

En esta misma línea vale la pena resaltar a “Mengano”, que vendría de “quién sea” en árabe, al igual que Fulano. Poco sé del resto de la barra: Zutano (y no Zultano, como siempre creí) y Perengano. Aunque nunca llegué a conocer ningún infeliz con estos nombres, sí tienen entradas en el diccionario de la Real Academia Española.

Son toda una institución, a tal punto que cada país tiene sus maneras de designar a los cualquiera. Es así que llamarse Fred Nerk en Australia es igual de malo que llamarse Juan de la Cruz en Filipinas, Jean DuPont en Francia o Mario Rossi en Italia.

Conozco un grupo de amigas que designó como “Berta” a aquellas personas cuya pasión es el cuidado del hogar. Hasta hace poco yo mantenía la misma significación. Este verano leí Madame Bovary, clasiquísimo de la literatura francesa parido por Flaubert, y me encontré con que la protagonista bautiza así a su hija, tras escuchar el nombre en una fiesta que da un tal vizconde. Es decir, como un nombre lleno de elegancia, status y sofisticación. Desde ya que Ema Bovary no sería mi amiga

Siguiendo con las significaciones nominales, otro grupo de amigos usa el nombre “Marcelo” a modo de insulto leve, sinónimo de “gil”, “tarado”, “pánfilo”, etcétera. Ej: “Aquel es un Marcelo bárbaro”. Hay dos detalles curiosos. Por un lado, ninguno se acuerda del por qué de la elección; por el otro lado, dentro del grupete hay un Marcelo (propiamente dicho) que también usa el devenido adjetivo con mucha naturalidad y sin darse por aludido.

Como se verá, hay nombres propios que se transformaron en sustantivos o adjetivos en sí mismos, pero el que llegó a tener verdadero alcance nacional es el de Susana. En lo reciente (bueno, no tanto) podemos hablar de la reina de los teléfonos, quien en los 80 y 90 la gente sí le atendían los llamados. También a sus Susanos, que casualmente suelen llamarse Marcelo

Pero esto es apenas una introducción para nombrar al fabuloso Quino y uno de sus monstruitos: Susanita. El entrañable personaje de la tira Mafalda tiene un sólo objetivo en la vida y es convertirse en la esposa de alguien bien. El pópulo decidió entonces que el nombre designaría a toda mujercita con igual fines. Desde su primera aparición, el 29 de marzo de 1965, muchas cosas han cambiado y ya no son sólo mujeres las Susanitas. De hecho hay varios muchachos obsesionados con buscar una chica bien para llevar al altar. Pero eso es otro tema.

A los 6 años me llevaron por primera vez a Mundo Marino, y me encontré con que la orca se llamaba igual que yo. Más adelante descubrí que mi nombre significaba “Casa del Pan” (panadería, o sea). He combatido contra la balanza toda mi vida. Como se verá, hay muchas formas de arruinarle la vida a un hijo. La primera es el nombre.